El primero es conocido como gran benefactor de la ciudad, y al se le debe el Colegio de Nuestra Señora de La Antigua, de estilo herreriano, uno de los grandes tesoros monumentales de Galicia; conocido como «el Escorial gallego»; su plaza adquirió el nombre de Campo de la Compañía; y la Compañía no es otra que la de Jesús, a la que el Cardenal encomendó esta fundación.