Debido a que su contrato terminaba en 2013 y al no haberse acordado ninguna renovación de contrato, Manuel Llorente decide su traspasado al Barcelona por 14 millones de euros, siguiendo la tónica del presidente de vender cada verano al futbolista con mayor valor de la plantilla. 245 millones de euros. El motivo de la ruptura es que la entidad bancaria (intervenida y bajo la supervisión de la Unión Europea que impedía al banco aumentar su patrimonio inmobiliario al tenerlo ya muy elevado fruto de los múltiples desahucios de viviendas que tuvieron lugar en España los últimos años) precisa de liquidez y no de bienes inmobiliarios.