En ataque el joven delantero Munir cubrió la dolorosa marcha de Paco Alcácer, que pidió ser traspasado al Barcelona. Cuando el bando sublevado avanzó hasta Barcelona a comienzos de 1939, la familia tuvo que huir a Francia y fue internada en un campo de concentración del Rosellón. La presencia de Voro fue interpretada casi como un talismán al lograr el equipo dos victorias consecutivas ante Alavés (2-1) y Leganés (1-2), a pesar de que seguían errores defensivos y problemas en la creación de juego.